Cuando estaba haciendo una actividad para esta
asignatura (Escriptures Hipertextuals), recordé las palabras de Kerkhove sobre T. Nelson, creador del
apelativo “hipertexto”. Según Kerkhove, Nelson ideó el hipertexto para poder
gestionar la ingente y desordenada profusión de ideas que le generaba su
“cabeza de chorlito”. Opinaba que Nelson, sobre quien también decía que era “impulsor de todas las ideas, maestro de
ninguna”, poseía una mente hiperactiva que los psicoanalistas franceses
denominan délire d'interprétation. El carácter asociativo de la mente es
innegable sea éste de carácter más o menos desordenado. Wittgenstein siendo
consciente de esta operatividad se lamentaba de que el texto escrito no le
permitiese sacar todo ese potencial, y Aby Warburg pretendió organizar su vasta
biblioteca de manera asociativa, hecho que le supuso un verdadero quebradero de
cabeza y un rotundo fracaso (ver más aquí). La diferencia entre ellos y Nelson
es que a este último le costaba más controlar el potencial asociativo.
En los diferentes discursos de los teóricos
del hipertexto encontramos multitud de peculiaridades positivas que el
hipertexto puede tener para la configuración de la mente en pos de un mejor entendimiento
de la complejidad, sobre todo por su inherente asociación no lineal y su
ilimitación. Todo esto me resonaba profundamente con el llamado “Trastorno dela Atención” (TDA) y a su versión hiperactiva;
TDA-H. Un “nuevo” trastorno cada vez más diagnosticado en los colegios e
institutos en la actualidad, pero que si miramos desde cierta perspectiva
muchas de sus características o síntomas -depende de cómo queramos mirar- son
similares a las cualidades del hipertexto y a las predicciones de los posibles
efectos de un nuevo paradigma hipertextual.
En el trabajo incluí un pequeño fragmento
mencionando estos síntomas e intentando asemejarlos con algunas características
deseables del hipertexto: “Tienen una
gran dispersión mental y se distraen muy fácilmente” – gran capacidad de
asociación y propensión a salirse del discurso impuesto; “Les cuesta entender
las cosas de un modo claro y rápido” – capacidad de ver la complejidad en la
aparente claridad; “Parece que nunca
entienden las órdenes al cien por cien” – las órdenes si se analizan,
muchas veces son absurdas y por tanto no comprensibles, tendencia a la
autogobernación; “Dificultad para organizarse” – a lo que habría que añadir
“…linealmente”, un hipertexto podría ayudarles en este aspecto, puesto que
prácticamente toda la educación oficial se basa en la linealidad.
Soy consciente de la simpleza y la
conveniencia en la interpretación de lo anterior, y aunque creo que bien
merecería un estudio mayor, de momento puede resultar un buen punto de partida.
El aumento progresivo de diagnósticos de TDA, bien podría interpretarse como
una penetración progresiva del nuevo paradigma hipertextual. Convendría
analizar entonces esta situación: ofrecer métodos para potenciarla -u otros que
se compatibilicen más con la linealidad-, reflexionar sobre el papel de los
adultos y los docentes en su influencia o autonomía respecto a la linealidad,
qué efectos podemos esperar a corto-medio-largo plazo…
Sin duda Wittgenstein supo adecuarse al
pensamiento lineal mejor que Nelson, quien recibiría apelativos como el de
“cabeza de chorlito” o “impulsor
de todas las ideas, maestro de ninguna”.
El caso de Nelson es el de una mente fuertemente asociativa y muy poco
controlada que según Kerckhove “ha
nacido de la fallida mente lineal”. Es difícil plantear las consecuencias de una
hegemonía de la mentalidad asociativa hipertextual, pero viendo los posibles
caminos caducos -o incluso apocalípticos- a los que se enfrenta la sociedad
todavía eminentemente lineal -producto de la modernidad- podría ser muy
beneficioso un cambio como el que nos ofrece esta nueva mentalidad.
Derrick de Kerckhove (1999). Inteligencias en conexión. Hacia una sociedad de la Web. Barcelona. Gedisa. Segunda parte: Hipertextualidad, pp. 111-129.