Lakoff, G. (2007) No
pienses en un elefante: lenguaje y debate político. Madrid: Editorial
Complutense
A través de No pienses en un
elefante, el lingüista y psicólogo cognitivo George Lakoff nos trae un profundo
estudio desde la percepción y cognición humana de la política norteamericana.
Su posicionamiento es sin dobleces de demócrata declarado. Parte del hecho de
que cuando a alguien se le dice que no piense en un elefante, este sujeto
piensa irremediablemente en el significante que acompaña subjetiva y
personalmente al término elefante. El modo de operar entre el lenguaje y la cognición
es así en el ser humano. Por ello a cualquiera que se le prohíba
pensar en un elefante pensará irremediablemente de manera simbólica o
metafórica en él, o sobre la idea que su experiencia le haga tener de “eso” que
supone ser un elefante.
Todo esto se debe a que el
pensamiento humano está formado por una serie de estructuras que conforman nuestro
modo de entender el mundo, posibilitan una rápida semejanza metafórica que a la
vez supone un marco. Estos marcos suponen las metas que nos proponemos, los
planes que hacemos, establecen generalizaciones en torno a criterios de
veracidad y moralidad… Sin embargo, aun con su importancia, éstos son invisibles
generalmente para nuestra consciencia, proceden del inconsciente colectivo. La
activación de un marco puede producirse con la mera enunciación de un término,
y esto es un hecho que no ha pasado inadvertido para el Partido Republicano que
lleva décadas de inversión en los estudios de este tipo y con el empleo de los think tank. Según Lakoff éste es el
principal motivo del éxito de los republicanos aun cuando muchas de sus políticas
sean contradictorias o contraproducentes para una gran parte de su electorado,
remitir toda su política a un determinado y prefijado marco: el del padre
autoritario. Por el contrario los demócratas tienen el marco de los padres
protectores pero no saben todavía explotarlo.
Todas las políticas republicanas
por muy diferentes que sean las temáticas de las que proceden, remiten a un
marco moral como es la jerarquización familiar, en concreto la de la figura paterna como
autoridad de la familia. El padre posee la legitimación de la verdad y por
tanto también de la justicia y del bien. Todo ello está acompañado de una
terminología cuidadosamente escogida y explica que en épocas de guerra la
temática más debatida sea la que incluye al ámbito de la familia. Es un error
de los demócratas no generar sus propios marcos de reflexión -y una
consiguiente terminología- y es por eso que se encuentran casi siempre hablando
en términos de un marco republicano, a la defensiva. Los marcos pueden coexistir siendo el predominante
el activo y el aletargado el pasivo. En distintos aspectos una persona se puede
regir por un determinado marco y en otro por otros. Así por ejemplo un padre o
madre pueden regirse por el marco de padres protectores en la educación de sus
hijos pero de manera autoritaria en sus respectivos trabajos.
La visualización de los marcos
intervinientes es el mejor modo de poder subvertirlos pero reconoce la
dificultad de hacerlo si por lo menos no está presente el otro marco de forma
pasiva, puesto que un hecho muy importante es que estos marcos imposibilitan la
empatía e incluso la propia comprensión de políticas que no se ajustan a tu
marco de referencia. Es por esto que se produce generalmente estupefacción en
los demócratas cuando los más desfavorecidos votan al republicano, aun cuando
éste promete claramente una rebaja de los subsidios y prestaciones. No están
votando por su propio interés, lo hacen por su moralidad, por el marco del
padre autoritario. La batería ideológica que se puso en marcha con el
advenimiento del “Terminator”, héroe autoritario de los ochenta, resulta de lo
más reveladora.
A nada que pensemos un poco
veremos las similitudes con nuestra situación, personalmente creo que a Lakoff
le hace falta profundizar en el porqué de este arraigamiento del marco. Un
marco supone una comodidad y eso es difícil de negar, autodefinirse de un
determinado partido o de uno de los dos lados de una línea imaginaría facilita
los informativos que ver, los periódicos que leer, las opiniones que escuchar…
Creo que precisamente si estamos seguros de nuestras opiniones, convicciones, e
ideas el acto debía de ser el contrario, intentar un acercamiento al
posicionamiento “rival”, de su comprensión y nuestra “desenmarcación” quizá
descubramos que las dos cosas no son muy distintas, quizá también aprendamos a
diferenciar unas medidas o predisposiones de otras, o podremos estar en mejor
disposición para desenmarcar. Desde luego no es más cómodo pero al fin y al
cabo es una necedad pensar que millones de personas están profundamente
confundidas y que “uno mismo” tiene la posesión de la verdad. Huye de los elefantes.
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