Mattelart es
un eminente sociólogo cuyo interés principal se enciuentera en el estudio y análisis
de la cultura y la comunicación. En esta obra [1] reflexiona críticamente sobre la
sociedad de la información y sobre el actual enfrentamiento entre quienes
pretenden un milenarismo tecnoglobal y una democratización de la información y
la comunicación. Advierte que el propio concepto de Sociedad de la información
conlleva un sinfín de controversias e intereses que se remontan al positivismo
de la modernidad, se afianzan tras la 2º Guerra Mundial y se asientan en los
setenta, con la promesa (casi tópica) de una sociedad mejor (basada en este
caso en la tecnología y la telecomunicación).
Materlat prefiere hablar de
“Sociedad de los saberes para todos y por todos”, destacando el uso de la
información y la comunicación para lograr una mayor equidad plural y una
expansión democrática. Todo ello entronca directamente con una muy extendida visión
gerencial que se sirve de la innovación digital para remozar visiones
neo-imperiales y etnocéntricas en pos de una reestructuración del orden
mundial. Las innovaciones tecnológicas al servicio de grandes industrias como
la tecnológica farmacéutica, o genética en plena crisis estructural de la
producción y circulación del sistema de saberes. Pretender servirse del
“imaginario” de los intelectuales y del “realismo” de los managers (tachar a
unos de imaginativos y a otros de realistas muestra un evidente anti-intelectualismo).
La crisis del petróleo de los
setenta evidenció la crisis del sistema (económico, gubernamental, material…) y
encontró en la informatización de la sociedad un modo de salir de ella. Por
ello se comenzará a crear programas de investigación y acción en pos de una
Sociedad computarizada ideal a la vez que desregularizarán los mercados
internacionales. La “brecha digital” se convierte en un problema que
asociaciones filantrópicas -de gobiernos y grandes empresas- llamadas
“fundaciones” se encargarán de copar por medios no oficiales. En este esquema
la nueva “gobernación mundial” bajo el pretexto de favorecer el acceso, hace
caduco el papel regulador del Estado y fomenta la desigualdad en nombre de la
“sacrosanta competitividad”.
En las diferentes CMSI se observa
la lucha entre estas dos propuestas que Mattelart explica a modo de enseñanzas.
La primera se ve en la inclusión tardía de la sociedad civil compuesta por
multitud de diversos agentes (familias, minorías, jóvenes, géneros, ciudades,
pueblos indígenas…) así como de representantes comerciales de grandes empresas
trasnacionales favorecidas por la desregularización y “cortejados” por las
Naciones Unidas. La alineación de unas propuestas y otras sin distinción de
origen es sin duda sintomática. Una segunda es el ya mencionado interés de
desregularización estatal para la competitividad que sin embargo, es
completamente contrario en el sector de la comunicación, el cual va dirigido a
un mayor control -incluido el de la opinión pública-. Un programa o plan como
lo es la ITA (Vigilancia Informática Total) llevado por el propio pentágono es
un claro ejemplo.
Otra enseñanza es que una buena
preparación en los sistemas de información y comunicación permite un mejor
aprovechamiento económico de las nuevas telecomunicaciones. Un hecho que ha
supuesto la inclusión política del papel de las telecomunicaciones fomentando
el debate y la reflexión de los mismos. El papel de las conferencias
internacionales, cuyos referentes son el MNOAL, es considerado crucial.
La importancia del papel de las
comunicaciones en la estructura social se está haciendo cada vez más presente
con actos como la creación del Media Watch Global, cuyo propósito es la observación y
preservación de los derechos a la información de todos los individuos, u otros
como la multitudinaria proliferación de movimientos sociales (que no se centran
concretamente en el papel de las nuevas herramientas digitales pero sí se
sirven de ellas con destreza), así como un gran número de redes sociales que se
prestan a la participación conjunta a organismos oficiales.
Todos ellos muestran un Nueva
filosofía de la acción colectiva sobre los bienes comunes de la humanidad
(cultura, salud, educación, agua…) según la cual el servicio público, la
excepción y la diversidad cultural deben prevalecer sobre los mecanismos del
mercado. Todo ello ante el hostigamiento de la OMC, que muestra como
la Sociedad del conocimiento se juega su destino en múltiples lugares de las
instituciones internacionales.
- En esta entrevista se ofrece una visión
complementaria del propio Mattelart.
[1] Mattelart, A. 2002. Historia de la Sociedad de la
Información. Barcelona: Paidos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario